EL VIERNES FUE UN DÍA LOCO

Con el primer café en la mano revisé los compromisos del día, los cuales en su mayoría son compromisos de días o meses anteriores que procrastiné. Habitualmente tengo reuniones, audiencias, vencimientos o la revisión de algún tipo de informe. Particularmente, en el tablero tenía marcadas seis actividades con color rojo, lo cual significa que son “improcastinables”: conferencia sobre reforma tributaria 2022, evento Sentencias de Unificación, declaración de renta madrina, almuerzo con profesor Carlos, clase U y clase curso.

Todo transcurrió normal, en el primer compromiso de la mañana me dediqué a explicar la forma en que tributan los dividendos en Colombia hoy y los cambios que tendría si llega a aprobarse el proyecto de reforma tributaria, dejé claro que es muy probable que la redacción del texto sufra cambios de acuerdo con las afirmaciones del ministro Ocampo con posterioridad al Congreso de la ANDI. La parte más compleja siempre era explicar que los dividendos no gravados están gravados desde el 2017, ahora les llamo “dividendos con problemas de identidad” y se entiende mejor.

Una vez finalizada mi intervención salí volado para el evento de Sentencias de Unificación al que había sido invitado un par de días antes por el Dr. Felipe Aroca. Llegué tarde y para mi sorpresa en el evento habían poco más de 40 personas, en su mayoría funcionarios conocidos de la DIAN encabezados por la directora de la seccional, digo sorpresa porque el Dr. Aroca estaría acompañado por el Dr. Julio Roberto Piza conversando sobre el papel del Consejo de Estado y las Sentencias de Unificación, esperaba un auditorio a reventar de estudiantes.

Una vez finalizado el evento y pasadas las 12:00 del medio día me acerqué a agradecer la invitación y felicitar por su intervención al Dr. Felipe, quien respondió felicitándome por el contenido en redes sociales y por la labor de enseñar de manera distinta. El resto fueron temas de negocios.

Mientras lo anterior sucedía, el Dr. Piza se encontraba en la habitual sesión de fotografías, esperé que acabaran las personas que hacían fila y aproveché el espacio para saludarlo. Era la segunda vez que hablaba personalmente con él, había tenido la oportunidad de conocerlo en las últimas jornadas del ICDT, bastó mencionar Impuestos con Botas para que me recordará, muy seguramente por lo de botas. Como era obvio, mi misión era una sola, invitarlo nuevamente a nuestro Club de Lectura y accedió, pronto concretaremos la fecha.

Mi abuelo decía que yo soy un buen conversador, puede ser cierto, no entiendo que pasó, de repente un magistrado del Consejo de Estado, quizás el más influyente en los años recientes, al que he leído incansablemente y cuyas sentencias son de obligatoria lectura en mis clases estaba sentado en mi carro. Comenzamos hablando de la importancia de las sentencias de unificación, la labor eterna de interpretación de la norma, su intento de dejar en sentencias de unificación algunos temas (que no estoy seguro de poder plasmar aquí), el papel del Consejo de Estado en el futuro y terminamos hablando de David Sánchez Julio. 

Al despedirnos le reiteré la invitación al Parche, me dijo basta que le envíe el correo electrónico y por ese medio me dará la fecha y hora.

Tuve que correr nuevamente para llegar al siguiente compromiso, llegué puntual. En la mesa Carlos Arturo Rodríguez y Dora Salazar. Con comida de mar en la mesa, caímos en cuenta que tenemos algunas cosas en común como profesionales (guardando las proporciones evidentemente), ambos estudiamos contaduría, nos especializamos en impuestos y luego, por la influencia de algún profesor decidimos estudiar derecho, en su caso por el Dr. Corredor Alejo. Le confesé a Carlos, quien antes me había prohibido decirle doctor o profesor que mi estilo de enseñar es muy similar al de él, ambos utilizamos al chiste como herramienta de enseñanza, la diferencia es que sus chistes son muy malos y los míos son muy buenos, seguramente es lo único en lo que le gano por goleada.

Conversamos de todo, de nuestras hijas (el la suya y yo la mía-chiste), de la profesión, de los referentes , de la innovación, de la sierra chilena que tiene más espinas que la sierra colombiana, de Blas de Lezo y Blas el Teso, de la Ley 1314 del 2009, de la 1819 de 2016, de la vida y de la muerte, de sus inicios y de los míos, les expliqué el nombre de Impuestos con Botas, les conté que estoy viviendo mi primera experiencia como profesor universitario y me compartió la lección que le enseñó su mentor utilizando el ejemplo de un artículo que hoy no existe en el Estatuto Tributario: el ganadero con terneros y terneras.

De repente, en medio de toda esa conversación en la que participábamos los tres, la Sra. Dora dijo lo siguiente: Carlos, tú me recuerdas a Cesar Rúa. ¿Lo conoces?, mi respuesta la tuvieron que haber escuchado en las siguientes mesas porque fue un ¡CLARO! 

Les conté que Cesar fue mi profesor de impuesto sobre la renta en la especialización y que él es el culpable de tres cosas:

• Que decidiera estudiar derecho.
• Mi biblioteca jurídica: Porque al finalizar el módulo de renta, por allá en el año 2012 me regaló un CD con su biblioteca jurídica, la cual mantengo actualizada.
• Tener precisión de la norma, no soy capaz de dar una respuesta sin mencionar el artículo, la ley, el decreto, el año, el inciso, el parágrafo.

El mundo es un pañuelo concluimos.

Nos despedimos con fuerte abrazo, con la certeza que la vida nos volverá a dar la oportunidad de conversar con comida de mar en la mesa.

Me disponía a buscar a mi hija al colegio, es mi plan favorito del día, todavía no he sido capaz de preguntarle si la emoción es porque sale del colegio o porque yo la voy a buscar, prefiero seguir pensando que es la segunda, por esa razón no le preguntaré. De repente sonó el celular y del otro lado el profesor Leonardo Varón, después de los saludos protocolarios: – Carlos estoy en la Serrezuela con unos amigos, nos gustaría saludarte. – En 10 minutos estoy ahí profesor. Mi esposa fue por Gabriela al colegio.

Llegué y se encontraba con Daniel Puente, Joe Pérez, Jairo Murcia Duque y Fernando Alvear. Lo primero que les dije fue que en ese lugar en el que hoy se encuentra este lujoso centro comercial, existió la antigua plaza de toros de la ciudad y que la estructura circular en la que nos encontrábamos obedece a ese hecho.

Caminábamos hablando de todo, de repente nos encontramos sentados en una mesa y sobre ella: tres cervezas, dos jugos de frutas y un café.

Hablamos de la pasión, de la reforma a la profesión, de la reforma tributaria, de política, de nuestras experiencias profesionales, de la simplificación de las cosas, de la vida, de la muerte, de Dios, del futuro, de la hora del vuelo, del café, de la cerveza, de Cartagena, de Foto Japón, del servicio militar y de mil cosas más.

Les expresé mi admiración porque cada uno de los que estaba sentado en esa mesa está dignificando la profesión, concluimos que tenemos que dejar de quejarnos, que tenemos que actuar, que tenemos que llegar a lugares de poder, que tenemos a derecho a pensar distinto, que debemos ser propositivos, que el respeto por el que piensa diferente debe primar en los debates internos de nuestra profesión.

El tiempo pasó muy rápido, tuve que despedirme porque me esperaban los alumnos de procedimiento tributario, el ultimo compromiso improcastinable de la semana.

Acostado en la cama y luego de contarle todo esto, le dije a mi esposa: Fue un día raro, el mismo día tuve la oportunidad de conversar con quienes sin saberlo hacen parte de mis grandes maestros.

Casi dormida me dijo: ¿Qué crees que piensan ellos de ti? – Con crean que soy un costeño buen conversador me basta, dije.

Comprobé que no me había escuchado, ya estaba rendida. Apagué el televisor e intentaba dormir procesando todas las conversaciones del día y resaltando las lecciones que había aprendido de cada uno de ellos, casi en los brazos de Morfeo desperté a mi esposa con un: ¡Hp la declaración de mi madrina!