LA CONTABILIDAD DE LOS DEPENDES

Un sábado de 1992, creo que era el mes de mayo, me presenté a un examen de admisión en una universidad privada que no conocía y a una carrera que en mi vida había escuchado. La novedad, me había acostado a las 5 a.m. borracho y diría que calmé guayabo presentado el examen.

Hacía cuatro años había terminado el bachillerato (el bachilleratro lo hice en 6 colegios y municipios diferentes debido a la situación económica de la familia) y como joven pobre de la comuna nororiental, la única salida para poder estudiar era la universidad pública en la cual lo intenté dos veces sin éxito y en unas carreras de moda para la época y que hoy doy gracias a la vida no haberlo logrado.

No recuerdo como di con esa universidad pública, pero ¡¡¡PUMM!!! Logre pasar. No le presté mucho cuidado al examen de admisión, pero recuerdo que habían preguntas sobre el debe y el haber, algo de matemática y nada más, creo haber terminado en una hora y me fui a dormir.

No presté mucha atención de cuando salían los resultados, mientras tanto mi vida seguía normal, trabajaba en una charcutería que era de la pareja de una hermana y eso me ayudó mucho a no estar por ahí vagando, cosa que siempre odié (eso de no hacer nada), hasta me ponía a pintar para matar el ocio, les recuerdo que entre 1988 y 1992, tiempo que no estudié casi nada (hice un ecretariado hace poco lo mencioné en redes) no había TV las 24 horas ni internet ni nada de esas cosas que ahora abundan. Pueden imaginar cómo se vivía en ese entonces si no había posibilidad de estudiar ni de trabajar. Pero llegó la noticia de que pasé a la dichosa universidad y empezó el estrés: ¿de dónde carajos iba a sacar $161.000 (junio de 1992) para pagar el primer semestre? (el mínimo estaba en $ 51.716, es decir, era algo más de 3 mínimos y yo creo que ni ganaba el mínimo. Pero por ayudarme, decidieron liquidarme el “contrato” que no existía y esa platica fue el arranque. MI VIDA CAMBIÓ.

La universidad era un mundo diferente, otra vida, siempre he sido muy tímido y en esa época lo era mucho más, casi todos era personas pudientes, pero allí, todos éramos iguales, me encantaba estar allí y ni decir de las materias, contabilidad general era una cosa hasta boba de lo fácil y matemáticas, que la amo, la saqué en 4.9, es decir, me iba muy bien. Pero hablemos de contabilidad.

El profesor nos explicaba así: la nómina se causa como gasto nómina débito y nómina por pagar crédito o si se paga, bancos. Recordemos que no habían sido emitidos los decretos 2649 que dice cómo se lleva una contabilidad ni el 2650 el del plan de cuentas, es decir, nunca me enseñaron los códigos, otra cosa que agradezco mucho, por eso creo que nunca fui “cuadriculado” siempre pienso en las cuentas sus nombres y su sentido, no en que es 1105. De igual manera me enseñaron impuestos, la norma dice esto y así se hace, eran certezas, no dependes.

Hoy, casi 24 años después de mi grado como contador, el 2649 pasó a mejor vida y el 2650 (el PUC) sólo es ayuda para los sistemas y aparecen los nuevos marcos normativos con la ley 1314 de 2019 y las sin fin reformas tributarias que han sucedido en este tiempo y la contabilidad cambió. Bajo el 2649 los contadores en un 99.99% se encaminaron a llevar contabilidad para la Dian y no para las empresas, preguntarle a alguien sobre los proveedores era un insulto, ¿cómo se le ocurre decirles así a los proveedores?, ellos son la 2205, y en cuanto a los impuestos, peor, nada señor cuál diferencia, la Dian dice que así se deprecia y punto, los arrendamientos bajo leasing son intangibles y punto.

Certezas y certezas que nadie diga lo contrario, pero y ¿el que le paga, el empresario? Lo acostumbramos a eso y ahora pagamos los platos rotos por la forma en que nos ven.

Las benditas Niif llegaron y nos dijeron, no señor en la contabilidad casi todo depende de…

La depreciación depende de la política que estimó la vida útil, una compra no requiere la factura para ser reconocida y la parte tributaria con tantas reformas y falta de claridad, es una total depende de, el impuesto de renta, por ejemplo, su valor a pagar depende de si te tomas un gasto como deducción o descuento, sólo por citar alguno.Cuando vivimos “cuadriculados” no queremos salir de la zona de confort, de esa falsa seguridad que nos da contabilizar con factura en mano y con lo que la Dian exija, el valor agregado a las empresas no nos importa, la verdad financiera, menos, depreciamos según la tablita que emite el ente fiscalizador, evitamos el error y nos vamos a dormir tranquilos, pero ¿esa es la realidad financiera de las empresas? A veces creo que a los colegas no les gusta la contabilidad de los dependes, y usted ¿qué opina?

CARLOS MARIO TAPIAS

@CARLOSMARIOTAPIAS

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